sábado, 20 de marzo de 2010
El extrajero de Albert Camus por Ney Bensadon
En la primavera de 1999, cuando el terrible, nefasto y mortífero siglo XX tocaba a su fin, la librería francesa FNAC, junto al periódico también francés Le Monde tuvieron la peculiar idea de organizar un certamen original: a partir de una lista previa de doscientas novelas que habían sido seleccionadas previamente entre los más característicos best sellers editados en todo el mundo y en todos los idiomas, durante los últimos cien años, desde principios del siglo hasta esa fecha, 17000 clientes tomados al azar votaron para responder a una pregunta simple: “qué libros se han quedado en tu memoria?”
En los puestos 7° se hallaba John Steinbeck (Pr. Nobel 1962) con“Las uvas de la ira” y, en el 8° Ernesto Hemingway(P. Nobel 1954)con “Por quien doblan las campanas”, pero en el Primer Puesto, sorpresivamente, los lectores votaron masivamente por “L’étranger” de Albert Camus, escrito en 1942, cuando su autor tenia apenas 29 años.
Su padre, Lucien Camus, había sido una de las primeras victimas de la Guerra Mundial de 1914 a 1918: este murió a principios de la batalla interminable de la Marne en 1914, donde perecieron miles de malogrados soldados de los dos bandos, durante los cuatro años que duró esa batalla incierta y tan letal.
Murió por su patria, una patria que había a penas conocido.
El malogrado padre del escritor dejaba viuda y dos hijos, Lucien y el genial escritor y filosofo Albert nacido en 1913. Su padre fue obrero manipulador en una cava, donde percibía un salario de miseria. Su familia había llegado a Argel viniendo de Alsacia; los alsacianos fueron históricamente siempre adoradores de su patria, Francia. Su padre no dudo en alistarse voluntariamente apenas estallo esta Primera contienda mundial. Esto explica, según los especialistas, que en la obra de Albert Camus, falte el personaje del padre que jamás estuvo representado en sus obras, o a penas mencionado. Es una obra sin padres, sin personajes que representen a padres.
Su madre, Catherine Sintes era hija de españoles, mallorquina, medio sorda, inculta, analfabeta y pobre, pero muy bella. Hablaba poco y mal. Adoraba a Albert que era para ella un verdadero ídolo .
Camus le dedicó especialmente la última novela que escribió “El primer hombre”, consagrándosela de su puno y letra con una tierna dedicatoria que rezaba así: “A ti que no podrás jamás leer este libro”.
En Estockolmo, donde fue a recibir su Premio Nobel, respondió con humor a un Argelino que le reprochaba de no amar a la Justicia, parcial con el ocupante francés, en estos términos: “Entre mi madre y la Justicia prefiero a mi madre.”
Su madre crió pobremente a su pequeña familia, con la ayuda de su propia madre, la abuela de Albert, a cuya casa fueron a vivir.
Vivieron durante toda su infancia en casa de esta abuela materna, Catherine Maria Cardona-Sintes, en el barrio obrero de Argel.
La abuela, hizo funciones de “padre suplente”, con mano de hierro. Ella mandaba en casa, ladraba pero no mordía como decían los que la conocían. Eran así de pobres que los niños tenían prohibido jugar al fútbol para no usar sus zapatos.
Albert se educó en la escuela publica argelina, cuyos estudios se cursaban en francés en aquellos tiempos. Como en Francia, la escuela primaria regentada y financiada por Francia era obligatoria y gratuita.
Un profesor, Jean Grenier, había notado las aptitudes de su alumno que contestaba siempre bien, en clase, con mucho aplomo y rápidamente a todas sus preguntas. Lo ayudo apoyando su candidatura a seguir sus estudios superiores en París, convenciendo para ello a la abuela que le dejara viajar. Ella decía que los estudios “eran solo para los ricos”.
Más tarde, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1957, dedico especialmente su premio a su “profe” Jean Grenier.
A alguien que le preguntaba sobre la filosofía, y como ser filosofo, Camus le respondió que si quería serlo, tenia que escribir novelas.
Es lo que hizo él mismo.
Tenia sin embargo problemas de salud, padeciendo lo que era en aquellos tiempos la enfermedad incurable de los pobres, la tuberculosis, que causaba estragos en las poblaciones necesitadas.
Esta enfermedad le impidió seguir los estudios que quería en París o hacer el deporte que deseaba, el fútbol. Jugaba de guardameta; ni estudios, ni deporte, se dedico pues al periodismo.
Su altruismo le hace adherir al partido comunista del que fue rápidamente expulsado por su favoritismo y parcialidad hacia la comunidad musulmana de Argelia.
Su enfermedad determinó su futuro. Ni estudios, ni fútbol.
Con el objeto de dirigir un periódico, regresa a Oran, una ciudad de Argelia, donde ensenará. Publica las dos primeras obras de su “cycle de l’absurde”, “l’Etranger” y el “Mythe de Sisyphe”, seguidos pronto por dos obras teatrales, Calígula y le Malentendu.
Describe rápidamente los fundamentos de la filosofía camusiana: el sentimiento de lo absurdo es la única explicación que da a la vida. No hay que buscar otra lógica a la vida. Los elementos de la Naturaleza intervienen al azar y no se puede cambiar su rumbo.
El individuo se puede sublevar para no dejarse llevar. Es más, la rebelión es su única salvación.
Contra lo absurdo que nos avasalla, no cabe más que ese único remedio: la rebelión.
Decía Camus que,“En nuestra sociedad, todo hombre que no llora al entierro de su madre, puede ser condenado a muerte”.
L’Etranger empieza cuando el narrador recibe un telegrama anunciándole la muerte de su madre en un asilo.
LA FORMA.
Es un escrito donde emplea la primera persona del singular al tiempo presente, o al pretérito.
El narrador es el mismo autor y lleva por nombre en la novela Meursault.
Es designado un poco anónimamente, sólo por su apellido sin nombre de pila. El autor juega con este apellido puesto que hay una gran cepa de Bourgogne que lleva ese apelativo.
Pero, sobre todo, Meursault es una combinación de “Mer”,(mar) de “soleil” (sol), y la “t”, de “terre”. El narrador es una mezcla o un producto compuesto del mar, del sol y de la tierra.
Debido al gran número de consonantes que lleva su nombre Meursault, 5 consonantes en dos silabas y no conociéndole nombre de pila, no admite con facilidad ni superlativos ni diminutivos de cariño o de afecto, ni de odio o de rencor.
Alguien que se llame así, no inspira sentimientos de ninguna clase, ni de afecto ni de hosco. Se puede uno imaginar al personaje principal como su apellido lo describe: un ser frío, cerebral y lejano.
La lectura de la novela da la impresión al lector de una simultaneidad del relato y de su contenido, como si la película se desarrollase en nuestra presencia, bajo nuestros ojos.
No hay ningún retrato psicológico, de ningún personaje, lo que imprime una fluidez insensible a su lectura .
Meursault es lo contrario de un héroe.
Solo tiene una pasión, es la pasión de lo absoluto y de la verdad; el sol lo representa.
La repetición de esa palabra “sol” explica su presencia continua durante todo el relato. Parece como si Meursault fuese capaz de soportar todo, y cualquier cosa, sin alegrías o lamentaciones.
Durante el relato, el sol aparece ya muy empezada la acción, a partir de la página 30 y el autor nos habla del sol unas repetidísimas veces, unas cuarenta veces en cien páginas, antes de desaparecer del mapa cuando recibe Meursault la máxima condena penal y se entrevista con el capellán.
Sólo en su celda, recuerda a María y vuelve entonces el sol en escena. Pero, una sola vez.
Parece extraña la visita del capellán pero esta visita es obligatoria en las cárceles francesas, sea o no creyente el condenado.
Meursault es un ser de una probidad absoluta, pulcro e integro que no sabe ni quiere mentir. Su condena es un absurdo.
No admite combinaciones ni quiere alegar defensas que no sean evidentes.
El condenado a muerte está en las antípodas del suicidario.
El suicidado renuncia a vivir porque no puede soportar por más tiempo las absurdidades de la vida. El suicidado es sensible al silencio de la naturaleza que no responde, o de cualquiera que podría dar una explicación a su vida.
La plegaria del poeta que “clamo al cielo que no le oyó” podría ser su propio grito de rebelión, aunque la creencia en Dios fuese para él una cuestión descartada y sin importancia.
Por consiguiente, el capellán le hablaba de un problema que no le interesaba. La existencia o la creencia en Dios no era el problema de Meursault. Lo que el capellán le decía no le inspiraba mas que desapego y desatención.
El perro extraviado de su vecino Salamano tenia más importancia que lo que le pregonaba el cura.
Frente a lo absurdo de la situación, Meursault contesta simplemente al capellán que él no estaba desesperado ante su situación.
El problema de la intervención de Dios no le interesaba ni tenia tiempo para consagrarle tiempo ni atención.
El condenado se subleva y se rebela o se indigna, pero no acepta.
Camus decía, admirador de la verdad que “existe como una piedra, o el mar, o el viento bajo el sol, elementos que no mienten jamás”.
El mar representa el amor, el sol es una carga insoportable del que el individuo se protege si teme su fuerza; solo ha de recibir su luz brillante.
Estos elementos que nos rodean y en los que vivimos no mienten jamás. Son como son, con sus más y sus menos.
Nunca le dice Meursault a su novia Marie Cardona que la ama aunque le prometa a regañadientes que se casará con ella.
Esta lleva contrariamente a otros personajes de la novela lleva nombre y apellido. Para ella, recoge los nombres verdaderos de su abuela.
También lleva nombre y apellido, su vecino y amigo Raymond Sintes.
Este personaje le da realidad a la acción, aunque su apellido sea el mismo que el de su pobre madre, y no sepa al igual que su madre expresarse debidamente, siendo como ella analfabeto.
Sin querer y siguiendo el azar de su destino, él es quien le mete en ese lío que le llevará al crimen y a la subsiguiente condena a la pena de muerte.
Después de haberle escrito, a su requerimiento, una carta para su novia, Raymond le ruega que le acompañe a la playa donde encontrarán al hermano de su novia con un amigo.
Se pelean.
Durante la reyerta, su contrincante hiere a Raymond con una navaja pero sin gravedad.
Un poco más tarde, Meursault, con la pistola de Raymond en el bolsillo, vuelve a la playa donde se encuentra cara a cara con el moro.
El sol reverbera su luz brillante sobre la hoja de la navaja de su adversario que le ciega. La pelea es inevitable.
Cree Meursault en un peligro inminente y dispara una vez con tal mala fortuna que lo mata. Una vez muerto y tendido sobre la arena, dispara cuatro veces más sobre el cuerpo ya inane del moro.
La policía arresta a Meursault y, después de unos meses de la instrucción de su caso con un juez que está convencido de su culpabilidad de asesinato se juzga el caso.
El juicio se termina con la condena a muerte de Meursault que casi no se defiende.
Cae muy mal entre los jueces que no haya llorado Meursault cuando el sepelio de su madre. Lo tachan de cruel que no merece ni piedad ni consideración. Lo condenan a muerte por un crimen que no quiso perpetrar.
En su celda, el capellán que viene a confesarlo no consigue convencerle de no quedarse extranjero a la sociedad donde vive.
Meursault evita mentir. Es como es.
Hemingway, como Camus, también premio Nobel de Literatura antes que Camus, en el ano 1954, recomendaba de “escribir la frase la más verdadera que sepas o que conozcas”. Lo que necesita el escritor es escribir una sola frase verdadera.
Toda esta novela está escrita de esta forma, sin florituras ni adornos. Las frases son cortas como esculpidas en la piedra.
La pureza artística que encontraba Juan Ramón Jimenez en sus poemas, la empleaba prosaicamente Albert Camus cuando llegaba a la definición de lo absurdo.
Lo absurdo no tiene que ver con la existencia o el existencialismo de moda. Se oponía así a Jean-Paul Sartre, otro gran filosofo de la secunda mitad del siglo pasado, del cual fue gran amigo durante un cortísimo tiempo.
EL FONDO
En una entrevista de enero de 1955, Camus revela que Meursault no es un desecho humano.
Ha sido condenado porque no juega al juego que todos jugamos en la vida, con sus embustes y sus falsedades.
Es extranjero a la sociedad donde vive completamente solitario. ¿Porqué Meursault no juega al juego de la vida? muy simplemente, porque no está dispuesto a mentir. Tiene una sola pasión: esta es la verdad.
Camus lo describe como un hombre pobre y desnudo, enamorado del sol .
No es insensible porque lleva consigo una pasión, la pasión de la búsqueda de lo absoluto y de la verdad.
Agrega Camus que no se equivocaría uno mucho si considerara “L’Etranger” como alguien que acepta de morir por la verdad. No llora cuando su madre muere, ni se lamenta cuando se da cuenta de haber matado al moro.
Soporta todo lo que le ocurre sin refunfuñar. Riñe con el capellán porque no quiere mentir.
Dice la verdad sobre el móvil del crimen: fue sólo a causa del sol. Lo que hace sonreír de desprecio a los jueces, y reír al publico por el uso de ese motivo de defensa tan pueril.
Discrepaba de Jean-Paul Sartre porque para Camus el ser humano no dependía de su existencia para ser, como lo pregonaba el existencialismo. Su vida es un absurdo sempiterno. No es un estado estable ni inmóvil. Es, al contrario movedizo y accidentado.
Vive una contradicción perpetua entre por una parte el silencio de la naturaleza de su entorno, naturaleza silenciosa e indiferente, y contra la que se rebela todos los instantes.
Lo absurdo no está ni en el individuo ni en el mundo, pero se encuentra en sus presencias comunes, y simultáneas
Lo absurdo nace de su antinomia.
El individuo vive en medio de una naturaleza que no miente. Para integrarse en la naturaleza, ha de decir la verdad e ignorar la mentira.
Su única pasión, es la verdad a la que no sacrifica nada.
Es porque ama a la vida.
(Ney Bensadon es abogado jubilado de los Ilustres Colegios de Paris y Madrid y experto en Literatura Francesa)
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