El miércoles pasado se inauguró la nueva temporada de la velada literaria de Magda Altabella en El Retiro de Sitges con un extraordinario recital de Antonio Martínez Juárez, Daitano, a quien seguro que todos desearíamos ver más a menudo en nuestras tertulias de Cor Literari.
En esta ocasión, Antonio decidió dedicar su recital a un tema muy original: las relaciones entre poesía y cine. A través de un trabajo de investigación minucioso y difícil, reunió fragmentos de grandes poetas donde se hacía referencia a películas. A veces, el poema entero. A veces, una simple frase o palabra.
Pero lo mejor de su actuación fueron sus propios versos, y sobre todo, el asombroso poema ESCRITO SOBRE EL VIENTO, un verdadero 'tour de force' construido enlazando cientos de títulos de películas para formar un texto evocador, profundo y de gran belleza.
A continuación presentamos este poema como recuerdo de una velada tan especial
al este del Edén;
cabalgar juntos
por senderos de gloria
hacia horizontes lejanos,
perdidos
más allá de la duda, más
allá del amor;
oír de boca del hombre
tranquilo
la historia más grande
jamás contada
bajo el crepúsculo de los
dioses;
gustar del dulce sabor
del éxito,
de las raíces profundas
del árbol de la vida
junto al manantial de la
doncella;
leer con la vida en un
hilo,
frente a las nieves del
Kilimanjaro,
la carta de una
desconocida;
alcanzar el séptimo cielo
sobre Berlín y sentir el
vértigo
de los ángeles del
infierno en las nubes,
la pasión de los fuertes
en los ojos de la mujer
pantera,
el sabor de las fresas
salvajes
en el festín de
Babette...
Que bello fue vivir,
hijos de un dios menor,
jugando con el tambor de
hojalata,
con trenes rigurosamente
vigilados
que cruzaban la jungla de
asfalto
de una tierra sin pan
camino de Perdición;
ángeles con caras sucias,
mensajeros del miedo
solos en la oscuridad,
fotógrafos del pánico,
príncipes de las
tinieblas,
niños del Brasil,
olvidados
en la senda tenebrosa de
malas calles,
santos inocentes,
falsos culpables
de un crimen perfecto,
sospechosos habituales
de delitos y faltas
que
sólo el cielo lo sabe;
hidalgos de los mares,
temibles burlones,
piratas, vikingos,
bucaneros,
hermanos corsos,
náufragos todos en la
isla del tesoro,
qué bello fue vivir en la
penumbra
del Paradiso -último
refugio-
como fantasmas de una
noche en la opera;
forajidos sin leyenda,
capitanes intrépidos,
zorros del desierto
camino de Santa Fe,
de Casablanca, de
Veracruz…
hasta el mismísimo centro
de la Tierra:
veinte mil leguas de un
viaje alucinante
en la última noche del
Titanic,
al final de la escapada,
enamorados de una cara
con ángel,
de la pícara colegiala,
de la chica con la
maleta,
de la mujer del cuadro,
de Esmeralda la zíngara,
de Laura, de Scherezade,
de la condesa descalza,
de la reina de Saba y el
Chantecler,
de Anita en la fontana de
Trevi,
del callejón sin salida
que fue Norma Jean
donde perdimos –reyes del
juego-
la edad de la inocencia a
la baraja,
entre licántropos y
vampiros,
momias y el monstruo de
Frankestein;
traidores en el infierno,
conjurados con Acab en la
noche del cazador
para resolver al enigma
de otro mundo
y descubrir qué grande
era ser joven
viendo con Lolita la
última película,
dándole un beso antes de
morir…
Au revoir, les enfants, adios, muchachos,
caballeros sin espada,
lanceros bengalíes,
centauros del desierto,
ángeles del infierno,
grupo salvaje, cautivos
del mal, encadenados
en los mejores años de
nuestra vida,
ya en la senda de los
elefantes,
con la muerte en los
talones,
a pesar de lo que el
viento se llevó,
de las largas vacaciones
del 36,
del diablo de las armas
y el pánico en las calles,
del paseo por una guerra
antigua,
del gran dictador y el
verdugo,
de esta tierra mía de
penumbra y faraones,
del luto y las amargas
lágrimas de la tía Tula,
de la parada de los
monstruos
y los cuatrocientos(mil)
golpes,
de las uvas de la ira y
la sed de mal,
del río de sangre y el
salario del miedo,
del día más largo y de
Hiroshima, mon amour,
de la invasión de los
ladrones de cuerpos
y la noche de los muertos
vivientes…
¡Qué bello fue vivir de
aquí a la eternidad
la gran ilusión de cantar
bajo la lluvia
con la cara tiznada como
el cantor de Jazz.
***
Antonio MartinezDaitano
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