Hay que apresurarse para que, antes de que la rosa, exhausta, libere al suelo su último pétalo marchito, pueda producirse el milagro de la transformación de la bestia en un ser amable. La lectura ayuda.
Anuncian la salida de un libro escrito por la viuda del autor de éxito sueco, Stieg Larsson, en cuyas novelas no he tenido la ocasión de sumergirme porque no les veo la gracia por ninguna parte. Sin embargo, el gran negocio producido alrededor de este periodista muerto prematuramente sí me parece interesante. Y también, cómo los hombres del clan han dejado fuera del reparto del pastel a la mujer que convivió con el finado durante más de 30 años, Eva Gabrielsson. Stieg y yo, se llama la cosa, y lo publicará en marzo Destino. Me recuerda -salvando las distancias- las malas pasadas que los mercados anglosajones nos están jugando a las gentes del Mediterráneo, como ha escrito Enrique Gil Calvo: encima de pobres nos toca pagar el estropicio que ellos hicieron, por su puñetero estilo de vida. Vaya, he vuelto a irme por los cerros de Ubeda.
Como quiera que Tusquets anuncia novela de Haruki Murakami, 1Q84, igual ya es hora de que me decida a leer al japonés. Sí, ya sé; es un escándalo de atraso, pero es que a veces me espanta tanta alabanza de los muchos libros que vende tal o cual autor, y me retraigo. Curiosidad tengo, no lo niego. Pero me gusta aplazar el momento, como me pasa con otras cosas en la vida (zamparme la chocolatina escondida en la despensa, por ejemplo), por si me decepciona la lectura.
Lo que no pienso ni abrir es el nuevo libro del pelma de Thomas Pynchon, Vicio propio(Tusquets); no soy de los suyos. No me lo tomes en cuenta Beatriz Moura, que sabes que te admiro. Sospecho que puede ocurrirme lo mismo con Jonathan Franzen del que sus compatriotas dicen maravillas. La editorial Salamandra prepara su gorda novela Libertad. Primero hojear, luego comprar, que si no, no dan los bolsillos para tanto libro. Hay que tener en cuenta los conciertos, el cine y el teatro, que también cuestan, como bien escribe Rosana Torres en El País, en el apartado “Teatro: Gran escena, mal momento“, que, aunque venga firmado en plan comunitario denota su estilo y entendimiento.
Entre los nuestros, dos libros pueden ser esperados con cierto gusto: el de Juan Marsé,Caligrafía de los sueños (Lumen), tiene buen título y eso importa. Además parece que el autor –que hace años que no publica- se mueve en la novela dentro de un territorio conocido por él: la Barcelona de la posguerra. Habrá que echarle una ojeada a ver.
Alfaguara tiene a punto el último Javier Marías, Los enamoramientos. Las fans andan revueltas porque la protagonista es una mujer pero eso no es mucha novedad. Hojear a ver. Ya anunciamos en este blog que Anagrama tiene a punto la obra póstuma de Roberto Bolaño, Los sinsabores del verdadero policía. Algún malintencionado va diciendo que nos vamos a aburrir de ver obras póstumas de Bolaño. En todo caso, el malogrado escritor escribió y guardó mucho, cuentan. Duro mundo el de sus libros, pero mundo, al fin y al cabo. Habrá que acercarse con cuidado.
Si a estos títulos añadimos los que llegan de mi ex admirado –porque ya me parece repetitivo- Ian McEwan(Solar, Anagrama), de Michel Houellebecq, El mapa y el territorio (Anagrama, también) y los pequeños, pero importantes, que irán surgiendo cuando sus editores, menos mediáticos, los vayan sacando, creo, amigos, que hay lectura. Ahora sólo queda encontrar el rincón apacible de la casa en el que nadie te encuentre y enfrascarse -sí, ese dulce enfrascarse de la adolescencia- en la lectura. Feliz enfrascamiento.
(De cuartopoder.es 11-01-2011)
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