Nuestra charla-coloquio del próximo sábado 8 de mayo será la segunda parte del tema que iniciamos el pasado mes de enero. En aquella ocasión el contenido era muy extenso, pero quise presentarlo porque lo consideré esencial para poder entender el origen, la función y la dinámica que siguen emociones y sentimientos. No hubo, lamentablemente, tanto tiempo como hubiera deseado para la intervención del grupo. En esta segunda parte la presentación será notablemente más reducida y se abrirá un amplio coloquio en el que espero que todos participéis.
En la exposición de la primera parte del tema, explicamos un concepto clave: la homeostasis. Este principio es el motor que impulsa emociones y sentimientos, y la vida en su totalidad.
La homeodinámica es un principio vital, común a todos los seres vivos. Recordemos su definición: es el conjunto de regulaciones que un organismo lleva a cabo, con el fin de preservar la vida, y en el caso del hombre, lograr además un óptimo estado de bienestar. El estado resultante de vida regulada se denomina homeostasis.
Los procesos homeostáticos gobiernan la vida momento a momento, en todas y cada una de las células de un cuerpo. Pero su objetivo y las estrategias que despliega se hacen más complejos en cada estadio de la evolución y en cada nivel del organismo. Comienzan siendo mecanismos simples (reacciones sencillas en seres elementales) para llegar a ser procesos muy complejos; van desde la resolución de los problemas básicos de la vida (obtención de energía, mantenimiento del equilibrio químico interior, reparación del desgaste, protección frente a agentes externos dañinos...) hasta el nivel en el que aparecen la emoción y los sentimientos como estrategias mucho más sofisticadas.
En la próxima charla seguiremos las reflexiones de Damasio, quien, partiendo de su experiencia científica, nos presenta una teoría llena de belleza y significado acerca de la función última de los sentimientos, su papel en la creación de la mente y como fundamento de la virtud.
Damasio nos dice: “Los sentimientos pueden haber contribuido a articular los objetivos que definen la humanidad en su vertiente más refinada: no dañar a los demás, promover el bien del otro”.
En un fascinante análisis de la realidad, descubrimos cómo las emociones, dentro del grupo, se asocian a los comportamientos éticos, tales como el altruismo, pero dirigidas a los que se encuentran fuera del grupo, pueden tornarse fácilmente peligrosas y brutales. “Ira, resentimiento y violencia, pueden ser el embrión del racismo y la guerra.”
Pero también veremos cómo lo mejor del comportamiento humano no se halla necesariamente bajo el control del genoma y que, más allá de la biología básica, existe un mandato humano.
Espero, como he dicho, que todos participéis y disfrutéis de este coloquio.
María Jesús Lara
lunes, 3 de mayo de 2010
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